Descripción
Como lo confirman estos ensayos, Luis Gusmán es un lector respetuoso pero encarnizado. No es de abalanzarse, pero la relación que establece con lo que lee es cien por ciento fÃsica, tanto o más que la que hizo célebre a David Viñas (homenajeado más de una vez a lo largo del libro). Aborda los textos despacio, los tantea para reconocerlos, los sigue de cerca y de pronto, cuando menos lo esperamos, les muerde los talones, como si el close reading del experto en retórica fuera la versión sublimada de un cuerpo a cuerpo más bien sucio y apasionado, y la paciencia del buen escuchar un método astuto para cansar al sentido, y asà hacerlo sonar y reverberar mejor. Una vez más, Gusmán se mide con sus clásicos: los grandes modernos (Joyce, Gombrowicz, Kafka, escritores ya definitivamente gusmanianos), en los que desmenuza la singularidad de una ética que no se distingue de cierta polÃtica de la lengua, y una tradición nacional idiosincrática, a la vez insistente y salvaje, que articula a Sarmiento, Amalia, la memoria sospechosa del general Mansilla, el exotismo de Arlt, el Borges prologuista y el Puig de El beso de la mujer araña, gracias a la noción de “ficción calculada”, un hallazgo que solo alguien “tan en la suya” como Gusmán podÃa exhumar en una novela tan inerte como la de Mármol. Luis Chitarroni.