Descripción
Reconozco que tengo debilidad por José Arenas. Y no precisamente por esa fascinación advenediza y tilinga de los argentinos por Uruguay. En tiempos en que las redes son superficies cada vez más ególatras, el humor un mandato social y las grandes afirmaciones una sesión barata de terapia, me cae bien su alias (San Epifanio), me hacen reÃr sus chistes y me convencen sus denuncias. Por supuesto, eso no tiene ninguna importancia más que para decir que me interesa Arenas como escritor. Produce como una máquina y publica bastante como casi cualquiera, solo que, en su caso, vale la pena. La furia de los hombres, para hablar de lo que venimos a hablar, es llanamente adictiva: irrumpe con el tono sincericida del Cortázar más maligno de Las puertas del cielo y se te prende con el aliento etÃlico de esos dos o tres amigos que parecen entenderte como nadie en el mundo